La investigación permitió averiguar que este grupo estaba perfectamente organizado y estructurado, y contaba con una persona que ejercía de cabecilla, así como de otras 6 personas de su máxima confianza que constituían un segundo escalón de dirección y control de actividades. El resto de los miembros se dedicaban a tareas de vigilancia y venta de la droga en dos domicilios de la localidad.
Además, este grupo contaba con un establecimiento público, que permanecía cerrado, y que utilizaban como almacén para guardar las sustancias. Los componentes del grupo utilizaban a menores de edad y a personas con alguna discapacidad, para trasladar la droga desde el almacén hasta los domicilios en pequeñas cantidades, según lo iban necesitando.
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