El teatro Tomás Barrera
lanzó un hermoso canto a la integración y escenificó la unidad que
siempre debe presidir la eterna reivindicación por la igualdad de los
discapacitados. La Solana y los solaneros se volcaron en una jornada con
mucho significado para conmemorar el Día Internacional del
Discapacitado.
Las instituciones y asociaciones que se dedican a atender
personas con discapacidad organizaron un acto lleno de implicaciones.
Hasta la clase política, de todo color, subió al escenario para expresar
su apoyo, justo cuando muchas de esas asociaciones y servicios públicos
que trabajan con discapacitados están sufriendo severos recortes
presupuestarios.
Pero no era día de reproches, aunque sí de intenciones. Allí estaban
el Centro de Atención Temprana “Legado Bustillo”, el Centro Ocupacional
“Virgen de Peñarroya”, Alas de Papel, el Club de Ocio “Reto” y el CADIG
“El Pilar”. Junto a ellos, los colegios solaneros arropando esta
singular jornada. Bajo la conducción de Juan Pedro Araque, subieron a
hablar representantes de los tres grupos políticos municipales, IU, PP y
PSOE. Los medios de comunicación locales, siempre dispuestos, también
fueron llamados para dar su testimonio. Durante el acto, se exhibieron
pancartas de apoyo y reivindicación ponderando una serie de principios
entre constantes aplausos del público.
Antes de comenzar, la presidenta de Alas de Papel, Cati Serrano,
habló con la prensa local para explicar el significado de este día,
donde cada grupo participante tenía su cometido mediante lectura de
cuentos, proyección de vídeos y pancartas con lemas alusivos “queremos
que la gente sepa que los discapacitados están ahí, que tienen su voz y
que son muy capaces”.
No ocultó que corren malos tiempos por culpa de la crisis. El
desplome de las subvenciones oficiales es un hecho, y el camino pasa por
redoblar el apoyo de la ciudadanía “no tenemos más remedio que pedir un
mayor esfuerzo a todos”. El objetivo es mantener el nivel de
actividades terapéuticas. En el caso de Alas de Papel, Cati Serrano
tiene claro que “perder un mes de trabajo con los niños supone perder
dos años de avances con ellos”.
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