Hace unas semanas, el presidente del Parlamento de Asturias decía en el aniversario de la Federación de Personas Sordas de Cantabria lo injusto que era que las personas sordas no pudieran acceder a igualdad a los mismos servicios que recibe el resto de la ciudadanía. El líder político anunciaba un impulso a las medidas de accesibilidad. Lo malo es del dicho al hecho hay un amplio trecho. El mismo que hay de la aprobación de la ley de la lengua de signos a su cumplimiento. Lo sabe perfectamente Nacho Portilla un joven sordo que como otros muchos lleva toda su vida siendo discriminado en la escuela, en la universidad,… El mismo Nacho lo cuenta "El año pasado tuve que dejar el Bachillerato. No me pusieron intérprete. No entendía nada en clase, como siempre. Este año me apunté a un ciclo medio de Sistemas Microinformáticos y Redes. Pensaba este que año sería diferente pero, una vez más, me dicen que no, que yo no necesito intérprete porque oralizo bien y antes nunca lo necesité. Eso dicen de mi pero no me conocen. No saben lo que sufrí de pequeño, cuántas veces repetí la ESO y porqué repetí, cuántas veces no entendía las explicaciones del maestro, cuánta ansiedad por no poder oir, por no comprender, por no saber. Siempre pensando que la culpa era mía. Siempre avergonzándome de mi torpeza. Quiero aprender, quiero estudiar, quiero participar en clase, quiero ser uno más. Quiero avanzar. Estoy cansado. Otros deciden por mi, lo que necesito y lo que no. Quienes me quieren me dicen tenga paciencia. La tengo pero dónde está la ley de la lengua de signos de 2007 que protege nuestro derecho a usar la lse en el instituto! Y,mientras tanto, siguen pasando los días. Y yo sigo siendo como un mueble dentro del aula, todo lo veo pero nada entiendo. ¿Qué puedo hacer para tener un intérprete? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer para que me comprendan?”
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