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sábado, 29 de octubre de 2011

La hipoterapia, mucho más que un tratamiento alternativo

la disciplina ha de formalizarse en España
Carlota Calderón. Madrid
La hipoterapia es un tipo de rehabilitación física y psicológica que utiliza aMarcos ha dejado de llorar al poco de montarse en el poni que han elegido para él. Rafael, el adolescente miedoso, ha sido capaz en su segunda clase de montar en el caballo atreviéndose, incluso, a prescindir de la monitora que le acompañaba el día anterior. Susana ha conseguido subirse al animal con la mínima ayuda del personal de la hípica. Los tres empiezan, junto a una veintena más de alumnos, una actividad que a lo largo de tres meses les ayudará a superar sus limitaciones y, sobre todo, que disfrutarán mientras practican. l caballo como mediador entre el paciente y el profesional. En países como EEUU, Chile o Alemania sus beneficios como terapia complementaria llevan probándose desde hace más de 50 años. Aquí, en España, es una disciplina incipiente que apenas comienza a tener reconocimiento universitario. Esta semana, EL IMPARCIAL ha visitado la escuela de equitación San Jorge, en Madrid, para conocer de cerca cómo la la hipoterapia puede ayudar a que personas con algún tipo de discapacidad física, psíquica o sensorial superen las extraordinarias barreras que tienen por delante. 
Marcos es un precioso niño de cinco años a quien no hace mucho diagnosticaron síndrome de Angelman, una enfermedad neurogenética que produce retrasos en el desarrollo psicomotor.
Rafa, un adolescente sensible e inteligente, sufre un particular retraso psíquico y psicomotor que, entre otras cosas, le produce fobias a situaciones consideradas “normales” como ir al teatro, a parques recreativos o estar en espacios reducidos.
Susana, una mujer con un vitalismo envidiable, camina ayudada por muletas desde que en un accidente de tráfico se lesionara dos segmentos inferiores de la médula espinal.
Estas tres personas, que poco parece que tengan en común, se reúnen cada martes en la escuela de equitación San Jorge, en Madrid, para asistir a un curso de hipoterapia de tres meses de duración. En esta ocasión, es la fundación Deporte y Desafío la que ha puesto en contacto a los participantes con los profesionales de la hípica, quienes llevan más de treinta organizando cursos para personas con capacidades especiales.
Este tipo de terapia lleva practicándose desde hace décadas en Chile, Argentina, EE.UU o Alemania, país en la que se considera una especialidad neurológica para la que es preciso preparase en la universidad. En España, hace apenas seis años que se imparte de manera regulada y, poco a poco, del rincón de las “terapias alternativas” pasa a ocupar el lugar que le corresponde como terapia complementaria dirigida a disminuidos físicos, psicológicos y sensoriales.
Como puntualiza Felicitas Lampert, fisioterapeuta que acompaña a los alumnos en la escuela San Jorge, “la hipoterapia es fisioterapia adaptada” en el caso de personas que sufren algún problema físico. En personas con discapacidades psicológicas o sensoriales, la psicóloga y directora ejecutiva de la Fundación para el Desarrollo de las Terapias Ecuestres Sandra de Soto Galván explica que las características del caballo, un animal gregario al que le gusta el contacto físico, permiten que la persona con limitaciones en estas áreas puedan expresar sentimientos como la empatía y trabajar el autoconcepto, la autoestima o el sentimiento de logro. Además, los participantes se olvidan de que están realizando una terapia. “Están al aire libre, en contacto con la naturaleza, sin depender de aparatos adicionales que se necesitan para la práctica de otros deportes. Disfrutan a la vez que realizan el ejercicio”, ha explicado de Soto.
La fisioterapeuta Lampert, quien en cada clase individualizada se sitúa detrás del caballo para corregir la postura del jinete, asegura que “si se realiza con constancia, siempre hay una mejoría”. Incluso en personas con esclerosis, enfermedad para la que no existe cura, explica que “la hipoterapia retrasa el proceso degenerativo, ayuda a coger tono muscular y mejora la espasticidad”.
Lampert aclara también que no todo el mundo puede realizarla. “Hay casos, como el de personas con espina bífida que tengan tres segmentos del cuerpo inmovilizados, en los que es imposible”. Por ello, tanto la hípica como la organización mediadora deben exigir un informe médico que garantice la pertinencia del ejercicio para cada caso.
En San Jorge, los éxitos se cuentan por decenas. La veterinaria y dueña de la hípica, Amelia Fernández de Valderrama, relata casos en los que pacientes han logrado caminar e incluso incorporarse a sesiones en tanda con jinetes de la escuela. Fernández explica que la morfología del caballo y la monta con cinchuelo, una banda de tela con asas que se coloca sobre la grupa del animal, es la clave de este ejercicio. “El caballo, al paso, transmite un movimiento tridimensional -hacia arriba, hacia delante y lateral- que es igual al de las personas al andar. Gracias al cinchuelo, el paciente recibe las oscilaciones del caballo, muscula la espalda y percibe un masaje en las piernas”.
Además, según recoge la fundación Deporte y Desafío, “el participante se ve obligado a reaccionar y a adaptarse a los estímulos que produce el caballo, lo que incrementa las sinapsis neuronales de las diversas áreas cerebrales y favorece los procesos mentales complejos”.
UNA DISCIPLINA QUE HAY QUE FORMALIZAR
En España, la disciplina está despegando como especialidad terapéutica. Universidades como la Pablo Olavide en Sevilla o la Complutense en Madrid ofrecen másteres y postgrados para determinados perfiles universitarios, como médicos, terapeutas ocupacionales, psicomotricistas, pedagogos o técnicos deportivos.
Como menciona la psicóloga Sandra de Soto Galván: “El aprendizaje se hace caminando”. Además de estos cursos universitarios, la fundación andaluza para el Desarrollo de las Terapias Ecuestres, de la que de Soto es presidenta ejecutiva, se encarga de realizar estudios de los que extraer resultados empíricos. De Soto asegura que “en la valoración de estos informes finales es donde se ponen de manifiesto los beneficios de la hipoterapia que contribuyen a formalizar esta disciplina”.
El reto de cara al futuro es precisamente el de oficializar la formación, algo esencial para unir de manera eficaz el mundo de la discapacidad con el mundo del caballo. “No vale con tener un caballo y montar en él a una persona con capacidades diferentes. Los cursos han de impartirse de manera regulada. Hemos avanzado mucho, aunque aún queda mucho por hacer en este campo”, concreta de Soto.
Mientras, en San Jorge, los avances se producen en cada clase.

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